Las tres divisiones de Bereniz (El hombre que Calculaba):
La división simple (5:3), la división cierta (7:1) y la división perfecta (4:4).
“....no acercábamos a una pequeña aldea llamada Lazakka, cuando encontramos lastimosamente caído en el camino a un hombre. Se llamaba Salem Nasair, uno de los más ricos mercaderes de Bagdad. Al regresar de Basora, en gran caravana fue atacado por una turba de persas nómades del desierto. Luego del saqueo escapó milagrosamente de los beduinos. Al terminar el relato preguntó: ¿Tienen algo de comer? Me quedan tres panes respondí. Yo llevo cinco, dijo a mi lado el Hombre que Calculaba. Pues bien, yo os ruego que juntemos estos panes para compartirlos y al llegar a Bagdad, prometo pagar con 8 monedas de oro. Así lo hicimos, cuando llegamos a Bagdad, se dispuso a darme tres monedas de oro y las otras 5 monedas a Bereniz, el Hombre que Calculaba. Más, con sorpresa de todos, el Hombre que Calculaba objetó respetuoso: “¡perdón, oh, jeque! La división, hecha de ese modo, puede ser muy sencilla, pero no es matemáticamente cierta. Si yo entregué 5 panes he de recibir 7 monedas; mi compañero bagdalí, que dio 3 panes, debe recibir una sola moneda.”
La división simple (5:3), la división cierta (7:1) y la división perfecta (4:4).
“....no acercábamos a una pequeña aldea llamada Lazakka, cuando encontramos lastimosamente caído en el camino a un hombre. Se llamaba Salem Nasair, uno de los más ricos mercaderes de Bagdad. Al regresar de Basora, en gran caravana fue atacado por una turba de persas nómades del desierto. Luego del saqueo escapó milagrosamente de los beduinos. Al terminar el relato preguntó: ¿Tienen algo de comer? Me quedan tres panes respondí. Yo llevo cinco, dijo a mi lado el Hombre que Calculaba. Pues bien, yo os ruego que juntemos estos panes para compartirlos y al llegar a Bagdad, prometo pagar con 8 monedas de oro. Así lo hicimos, cuando llegamos a Bagdad, se dispuso a darme tres monedas de oro y las otras 5 monedas a Bereniz, el Hombre que Calculaba. Más, con sorpresa de todos, el Hombre que Calculaba objetó respetuoso: “¡perdón, oh, jeque! La división, hecha de ese modo, puede ser muy sencilla, pero no es matemáticamente cierta. Si yo entregué 5 panes he de recibir 7 monedas; mi compañero bagdalí, que dio 3 panes, debe recibir una sola moneda.”
¿Está o no en lo cierto el Hombre que Calculaba?
Así habló el hombre que Calculaba: cada vez que tuvimos hambre, sacamos un pan y lo partimos en tres iguales pedazos, uno para cada uno de nosotros tres. Todos los panes que eran 8, fueron divididos de esa forma. Hubo un total de 24 pedazos iguales repartidos equitativamente. Así a cada uno comió 8 pedazos de pan. Por tanto, si yo aporté 5 panes, aporté 15 pedazos. Mi compañero que tenía 3 panes, aportó 9 pedazos. Como cada uno de nosotros tocó 8 pedazos de pan, en realidad yo di 7 de mis 15 pedazos. Y mi compañero que tenía 9 pedazos, si se comió 8, entonces aportó un pedazo. Los siete que yo di y el que suministró mi amigo conformaron los 8 que comiera el sheik asaltado. Por consiguiente es justo que yo reciba 7 monedas y mi compañero una.
Todos quedaron asombrados y no pararon de elogiar al Hombre que Calculaba por la certeza de su razonamiento. La repartición fue hecha de la forma por él sugerida. Sin embargo, esto no dejó contento a Bereniz (el Hombre que Calculaba), éste, tomó las monedas de oro y dijo: la división de 7 es a 1, es perfecta matemáticamente, pero no a los ojos de Dios. Luego juntó las monedas y las repartió en dos partes iguales: cuatro para su amigo y cuatro para él .... el Hombre que calculaba no sólo era prodigioso sino también justo y NO ambicioso.
Así habló el hombre que Calculaba: cada vez que tuvimos hambre, sacamos un pan y lo partimos en tres iguales pedazos, uno para cada uno de nosotros tres. Todos los panes que eran 8, fueron divididos de esa forma. Hubo un total de 24 pedazos iguales repartidos equitativamente. Así a cada uno comió 8 pedazos de pan. Por tanto, si yo aporté 5 panes, aporté 15 pedazos. Mi compañero que tenía 3 panes, aportó 9 pedazos. Como cada uno de nosotros tocó 8 pedazos de pan, en realidad yo di 7 de mis 15 pedazos. Y mi compañero que tenía 9 pedazos, si se comió 8, entonces aportó un pedazo. Los siete que yo di y el que suministró mi amigo conformaron los 8 que comiera el sheik asaltado. Por consiguiente es justo que yo reciba 7 monedas y mi compañero una.
Todos quedaron asombrados y no pararon de elogiar al Hombre que Calculaba por la certeza de su razonamiento. La repartición fue hecha de la forma por él sugerida. Sin embargo, esto no dejó contento a Bereniz (el Hombre que Calculaba), éste, tomó las monedas de oro y dijo: la división de 7 es a 1, es perfecta matemáticamente, pero no a los ojos de Dios. Luego juntó las monedas y las repartió en dos partes iguales: cuatro para su amigo y cuatro para él .... el Hombre que calculaba no sólo era prodigioso sino también justo y NO ambicioso.
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