miércoles, 6 de agosto de 2008
Matemáticas al Teatro
El actor y director escénico Simon McBurney, cofundador de la aclamada compañía británica Complicite, odia las matemáticas porque se considera negado para entenderlas. O por lo menos así era hasta que su amigo Michael Ondaatje, el autor de El paciente inglés, le incitó a leer La disculpa de un matemático. Allí encontró reflejada una historia que le fascina, la entrañable amistad -él la llama "romántica"- entre dos de los matemáticos más brillantes del siglo XX, el británico G. H. Hardy y el indio Srinivasa Ramanujan. Entonces empezó a sumergirse en un mundo de fórmulas y teoremas hasta convertirlos en el material escénico del espectáculo A disappearing number (Un número que desaparece), que la compañía presenta desde hoy hasta el domingo en el Teatre Lliure. "Ondaatje me dijo que leyera el libro porque presenta una nueva relación de las matemáticas con nuestro mundo. El autor defiende que éstas, como la poesía y la pintura, son una creación artística", asegura McBurney. "A partir de las ideas, el matemático crea patrones. Y éstos tienen que ser bonitos. La simplicidad y la belleza de una idea harán que permanezca a lo largo del tiempo", reflexiona. Más allá de estos planteamientos, McBurney ofrece un argumento muy convincente para su nueva atracción por los números. "Las matemáticas pueden describir lo invisible y lo imposible. En nuestra vida, hay muchas cosas que no podemos explicar. Por ejemplo la muerte, que nos lleva a formar parte del infinito. Y aquí es donde se establece el paralelismo".
Publicado en: EL PAÍS, 17 de julio de 2008
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