Muchas veces nos sorprendemos de tener un conocido común con la persona menos esperada, o descubrimos que el primo de nuestro mejor amigo vive en nuestro mismo edificio, o encontramos que esa persona también ha sido invitada a la misma fiesta de cumpleaños. Solemos decir entonces, “el mundo es un pañuelo”, “no sabía que ya os conocierais”, o alguna expresión semejante. Sin embargo ¿son esas situaciones tan sorprendentes?
Existe una teoría matemática que intenta explicar el que una persona está conectada con cualquier otra por una cadena relativamente corta de intermediarios (unos 6). Se basa en que el número de conocidos crece exponencialmente con cada eslabón de la cadena, y solamente hacen falta unos pocos eslabones para que ese grupo de conocidos englobe a la humanidad entera. La teoría fue enunciada matemáticamente en los años 50 por Ithiel de Soda Pool y Manfred Kochen, y “demostrada” empíricamente por el psicólogo Stanley Milgram en 1967. El experimento fue denominado “el experimento del Pequeño Mundo” y consistió en seleccionar al azar una serie de personas del Medio Oeste americano, para que enviaran postales a un extraño del cual conocían el nombre, la ocupación y la localización aproximada. El sistema consiste en enviar la tarjeta postal a la persona conocida con más posibilidades de conocer al extraño, y darle instrucciones para que hiciera a su vez lo mismo.
Aunque se esperaban decenas o cientos de enlaces, los paquetes llegaron con un número sorprendentemente bajo de enlaces (5 a 7). De ahí le vino a la teoría su sonoro nombre. Aunque esta historia es relativamente conocida, merece la pena contarla para que conste que no se trata de una leyenda urbana (como los cocodrilos albinos de las alcantarillas de Nueva York), sino de un experimento real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario