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Grigori "Grisha" Yákovlevich Perelmán (en ruso: Григорй Яковлевич Перельман), nacido el 13 de junio de 1966 en Leningrado, URSS (ahora San Petersburgo, Rusia), es un matemático ruso que ha hecho históricas contribuciones a la geometría riemanniana y la topología geométrica. En particular, ha demostrado la conjetura de geometrización de Thurston. Si esto es así, se resuelve afirmativamente la famosa conjetura de Poincaré, propuesta en 1904 y considerada uno de los problemas abiertos más importantes y difíciles en matemáticas.
En agosto de 2006, se le otorgó a Perelmán la Medalla Fields por "sus contribuciones a la geometría y sus ideas revolucionarias en la estructura analítica y geométrica del flujo de Ricci". La Medalla Fields es ampliamente considerada como el mayor honor que puede recibir un matemático. Sin embargo, él declino tanto el premio como asistir al congreso.
En todas las ciencias existen personajes que han marcado historia. Personas dedicadas en cuerpo y alma a su mundo académico, olvidándose muchas veces de su vida “cotidiana” o normal para otros. Este estereotipo es evidente en Grigori Perelman, matemático ruso que pasó a la historia por resolvió la conjetura de Poincaré, otro gran hombre de matemática. Por esa gran hazaña a Perelman le correspondía un premio que incluía 11 000 euros, además de la medalla Fields que se otorga a los matemáticos más sobresalientes en todo el mundo, pero, Perelman lo rechazó de plano.
Muchos de sus colegas lo criticaron por mostrar esa actitud, se apoyaban en que su trabajo no era una cosecha personal, sino un trabajo basado en hombros de gigantes, es decir que gracias al aporte de grandes matemáticos que trataron de resolver la misma conjetura, Perelman basó su trabajo. Un ejemplo claro son los trabajos del gran matemático Hamilton. Pero para sorpresa de muchos Perelman no se ofuscó, simplemente rebatió esas críticas con una cita filosófica pitagórica:
“…Pitágoras había dicho a su vez: “No practicamos la virtud para obtener recompensas, porque la recompensa está en la misma práctica de la virtud”.
Y así como Pitágoras sacrificó un buey a los dioses tras elaborar el teorema que lleva su nombre, Perelman, 2.500 años después, sacrificó en el altar de su sabia indiferencia, honores, medallas, y fajos de billetes que, aunque verdes, ardieron en su imaginación como un montón de seca hojarasca.
Fiel a su estilo Perelman nos sorprende otra vez con sus muy atinados comentarios.
En suma, Perelman, que nació en el siglo de la economía, la publicidad y las comunicaciones, es un hombre antimoderno, y como tal, un genio más incomprendido aún que las luminarias del pasado. Y quizás el misterio que envuelve a su persona pueda cifrarse en la siguiente conjetura, de la que Perelman sería la demostración viviente: “Todo hombre puede ser comprendido, pero un hombre de genio no puede llegar a ser comprendido y seguir siendo hombre de genio”.
(Tomado de Edumate)
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