Título: No se puede privar a un caracol de la libertad.
Lo dejaron en Melinka, un lugar del que sólo había escuchado hablar en sus básicas clases de geografía escolar. Tras ladrarle su obligación, de no abandonar el lugar y menos poblar su cabeza con intenciones de alborotar políticamente a los lugareños, lo pusieron en manos del cura del pueblo. No tuvo tiempo de saber la suerte de sus amigos y amigas y el paisaje mezclaba belleza austral, nostalgias y miedos.
Aureliano Valiente, titular de la cátedra de matemáticas modernas, fue relegado al sur, por adherir a un listado de profesores que preguntaron por la suerte de un colega detenido, tras manifestarse en contra de la dictadura, abiertamente.
Eran los aciagos días de 1979 en Chile, un país cercado por la brutalidad de un régimen totalitario, que despreciaba brutalmente la democracia y la cultura.
-Me dicen que Ud. se mantendrá relegado en la zona, hasta nuevo aviso , le dice el cura.
-Así es, soy de Santiago, y si bien el centro de mi vida es la investigación, no pude sustraerme de denunciar las violaciones a los derechos humanos, en las personas de mis colegas y estudiantes …. Ese fue mi pecado ….
-No se preocupe, aquí respetamos las opciones de la gente y sobretodo las de aquellos que defienden a sus hermanos, aunque le debo advertir, que es mejor mantener un bajo perfil, para evitar ser delatado …. En nuestra parroquia tendrá alimento y un lugar para dormir y bajo el estilo del trueke (intercambio), le agradecería nos ayudara a mantener el espacio parroquial, sobre todo su jardín que más bien es un bosque.
Aureliano comenzó la tarea de inmediato, producto de lo cual no pudo sino percibir, cómo su investigación matemática le había privado el deleite de tomar contacto directo con la naturaleza.
Diversos detalles de esta le abrían recuerdos de la vorágine recién pasada. Fue así como la imagen de un caracol por él estimulado, le sugería la resiliencia con la que tantos ciudadanos del país se sobreponían a los apremios ilegítimos, en pos de recobrar las libertades usurpadas al pueblo. Aureliano, desde la alteridad de su propio cuerpo –hoy negado por el destierro- comenzaba a entender el sutil vínculo que ligaba todo el quehacer humano con los derechos cívicos ahora conculcados. Así, si alguna vez creyó en una ciencia neutral, hoy se daba cuenta que la ciencia, incluso las matemáticas, no tenían sentido sino provocaban más libertad y dignidad humana. El, ahora quería ser un caracol, recobrar siempre su identidad, para desde ella construir humanidad ….
En estas cavilaciones lo despertó la presencia de un niño y su maestra …. Recorrían el espacio parroquial, con permiso del cura. La maestra auxiliaba al pequeño con su tarea, él trataba de develar la edad de un árbol, contando los anillos de su tronco mayor. Aureliano justo escuchó el diálogo, en el que Juan preguntaba si necesariamente se debía cortar un árbol para poder saber su edad.
- No necesariamente interrumpió Aureliano ….
La profesora y el pequeño miraron con asombro ….
- Soy Aureliano, de Santiago …. Me encuentro en estas bellas tierras, relegado por haberme transformado en opositor al régimen …. Disculpen, no debo importunarles con estos temas.
- No nos atemorizan las verdades y luchamos a nuestro modo por ellas, exclamó la profesora, tras lo cual escuchó más detalles del visitante de la zona.
Lo desafió a visitar la escuela, que coordinaba junto a su esposo, porque Aureliano había sugerido una respuesta a la inquietud de Juan, tras lo cual había expresado ser investigador y docente universitario en la capital. ¿Qué podía decir un científico, un matemático de todo esto?
Aureliano conmovió a su audiencia en un rico diálogo interdisciplinar con los profesores de varias asignaturas, frente a los cuales mostró que la geometría fractal, puede, para el caso de especies muy regulares, ofrecer un método estimativo de la edad de un árbol. En estas especies, el crecimiento refleja iteratividad fractal de la siguiente forma: en primavera de la punta del tallo principal surgen varias ramas a una misma altura y en varias direcciones, que continúan creciendo durante la temporada. Pero invierno este crecimiento se frena, patrón que se repite al llegar nuevamente la primavera: de la punta de cada rama salen a su vez varias ramas en diferentes direcciones. Y así sucesivamente año tras año. De este modo las ramas más bajas son más complejas que las superiores y más ramificadas. Tras contar los nudos de ramificación de las ramas bajas, se puede conocer la edad del árbol.
Pero luego vinieron problemas como el método para calcular estimativamente la población de peces en una granja de cultivo, la presencia de los números de Fibonacci en las camadas de reproducción de ciertas especies animales, la distribución espiral en el micro y el macrocosmos y numerosos otros campos de las matemáticas vinculados, anclados, a temas relevantes para los habitantes de estos parajes.
Parecía que las matemáticas habían cobrado sentido para Aureliano, parecía que la metrópolis había por fin, devuelto lo que merecían zonas libradas a su abandono austral. La comunidad del colegio comenzó a vislumbrar la presencia de las matemáticas en todo el universo, para dar paso a coloquios filosóficos en donde se llegaba a discutir si es verdad que el universo está escrito en lenguaje matemático o este es un antropocentrismo impuesto a fuerza ….
Aureliano comenzó a entender la insularidad de estos parajes, la centralidad con la que se dibujan sus políticas educativas. Cobró sentido el profundo impacto de la investigación en los programas escolares y la necesidad de preñarlos con la imprescindible divulgación científica. De sus valiosas audiencias supo que nunca se debería perder la esperanza de que en cada niño y en cada niña hay potenciales seres humanos para la ciencia.
Aureliano supo del temple sureño, de sus esfuerzos cotidianos lindando con la bravura que se debe levantar frente a la inclemencia del clima hostil, pero más que eso, recibió la solidaridad y el afecto de la gente de la tierra, en medio de los cuales también habita la lucha por la plena vigencia de los derechos humanos.
El día de partir fue un árbol de abrazos, la caricia fractal de una comunidad que más tarde recibiría la donación de una biblioteca científica, que viajó desde el centro de la metrópolis, llena de libros pero sobretodo de esperanzas!
Un caracol enseñó con su paz-ciencia, que la investigación sólo cobra sentido cuando está inspirada en la promoción de los valores humanos. Un caracol dibujó la resiliencia, como la vuelta a la identidad primigenia que mantiene siempre el vínculo entre ciencia y libertad en el universo.
No es posible privar a un caracol de la libertad, sobretodo si es un caracol …. resiliente y
matemático.
viernes, 17 de abril de 2009
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