"Opción revolucionaría"
La primera experiencia real del poder de las máquinas nació del encuentro de uno de esos cibernéticos británicos con el socialismo democrático chileno.
El 12 de noviembre de 1971, el investigador inglés Stafford Beer -que trabajaba desde hacía ya dos décadas en un "modelo de sistema viable" (viable system model) con cinco niveles de control, que aplicaba tanto a la célula biológica y al cerebro como a las organizaciones sociales o políticas- visitó el Palacio Presidencial de La Moneda, en Santiago de Chile. Allí le expuso a Salvador Allende el proyecto Synco (en inglés, CyberSyn), que acababa de emprender gracias a la invitación de un ingeniero de 28 años, Fernando Flores, director técnico de Corfo, la sociedad que controlaba a las empresas nacionalizadas por el gobierno de la Unidad Popular. Para el gobierno, se trataba de "implementar a la escala de un país -para la cual el pensamiento cibernético se vuelve una necesidad- enfoques científicos de gestión y organización"; concretamente, de vincular esas empresas bajo una red de información, con el objetivo de enfrentar en tiempo real las inevitables crisis de la economía.
Allende, de formación científica, se apasionó con el tema, dedicando varias horas a intercambios con Beer, quien más tarde informó cómo el Presidente insistía en todo momento en reforzar los aspectos "descen-tralizadores, anti-burocráticos y que hicieran posible la participación de los trabajadores". Cuando Beer le mostró a Allende el lugar central del dispositivo, que en su concepto le correspondía al Presidente, éste exclamó: "¡Finalmente: el pueblo!"
El equipo de Synco, compuesto por científicos de diversas disciplinas, recuperó aparatos de télex inutilizados y los envió a las empresas nacionalizadas de todo el país. Comenzó a concebir el prototipo de una sala de control a la manera de Star Strek, pero que no llegó a ver la luz. Sin embargo, muy rápidamente, las informaciones económicas (producción cotidiana, utilización de energía y de trabajo) circularon por télex a lo largo del país, para ser tratadas diariamente en una de las escasas computadoras que existían entonces en todo Chile, una IBM 360/50. Entre las variables tomadas en cuenta figuraba, entre otras, el ausentismo, indicador del "malestar social".
Cuando alguna de las cifras quedaba fuera del intervalo estadístico, se emitía una advertencia -en el vocabulario de Beer, una "señal algedónica" o incluso un "grito de dolor"- ofreciendo al responsable local un cierto tiempo para remediar el problema, antes de elevarlo al nivel superior si la señal se repetía. Beer estaba persuadido de que eso "ofrecía a las empresas chilenas un control casi total de sus operaciones, al mismo tiempo que permitía una intervención externa en caso de problemas serios. (...) Este equilibrio entre los controles descentralizados y centralizados podía optimizarse eligiendo el mejor plazo de resiliencia del problema otorgado a cada empresa antes de dar la alerta al escalón jerárquico superior".
Como señala la investigadora en historia de la informática Edén Medina, el proyecto Synco, "aunque ambicioso en el plano tecnológico, no puede caracterizarse como un simple intento técnico de regulación de la economía. Desde el punto de vista de sus participantes, apoyaría la revolución socialista de Allende; iba a ser 'informática revolucionaria' en sentido literal. Además, el sistema debía alcanzar su objetivo de una manera ideológicamente coherente con la política de Allende. Las tensiones que rodearon la concepción y la construcción de Synco reflejaron la batalla entre centralización y descentralización que afectó el sueño de Allende de un socialismo democrático".
El 21 de marzo de 1972, el software produjo su primer informe. En el mes de octubre, enfrentado a las huelgas organizadas por los gremios y la oposición, el equipo de Synco abrió una unidad de crisis para analizar los 2.000 télex diarios provenientes de todo el país. El gobierno, armado con esos datos, empleó sus recursos de manera de limitar los daños provocados por las huelgas. Organizó a los camioneros
que se mantenían leales para garantizar los transportes vitales... ¡y sobrevivió a la crisis! Desde entonces, el equipo de Synco se ganó el respeto; Flores fue nombrado ministro de Economía y, en Londres, The British Observer tituló: "Chile gobernado por computadoras" (7 de enero de 1973). El 8 de septiembre de 1973, el Presidente ordenó el traslado de la sala de operaciones al palacio presidencial. Pero el 11, los aviones de caza del ejército tiraron sus cohetes sobre La Moneda …
La primera experiencia real del poder de las máquinas nació del encuentro de uno de esos cibernéticos británicos con el socialismo democrático chileno.
El 12 de noviembre de 1971, el investigador inglés Stafford Beer -que trabajaba desde hacía ya dos décadas en un "modelo de sistema viable" (viable system model) con cinco niveles de control, que aplicaba tanto a la célula biológica y al cerebro como a las organizaciones sociales o políticas- visitó el Palacio Presidencial de La Moneda, en Santiago de Chile. Allí le expuso a Salvador Allende el proyecto Synco (en inglés, CyberSyn), que acababa de emprender gracias a la invitación de un ingeniero de 28 años, Fernando Flores, director técnico de Corfo, la sociedad que controlaba a las empresas nacionalizadas por el gobierno de la Unidad Popular. Para el gobierno, se trataba de "implementar a la escala de un país -para la cual el pensamiento cibernético se vuelve una necesidad- enfoques científicos de gestión y organización"; concretamente, de vincular esas empresas bajo una red de información, con el objetivo de enfrentar en tiempo real las inevitables crisis de la economía.
Allende, de formación científica, se apasionó con el tema, dedicando varias horas a intercambios con Beer, quien más tarde informó cómo el Presidente insistía en todo momento en reforzar los aspectos "descen-tralizadores, anti-burocráticos y que hicieran posible la participación de los trabajadores". Cuando Beer le mostró a Allende el lugar central del dispositivo, que en su concepto le correspondía al Presidente, éste exclamó: "¡Finalmente: el pueblo!"
El equipo de Synco, compuesto por científicos de diversas disciplinas, recuperó aparatos de télex inutilizados y los envió a las empresas nacionalizadas de todo el país. Comenzó a concebir el prototipo de una sala de control a la manera de Star Strek, pero que no llegó a ver la luz. Sin embargo, muy rápidamente, las informaciones económicas (producción cotidiana, utilización de energía y de trabajo) circularon por télex a lo largo del país, para ser tratadas diariamente en una de las escasas computadoras que existían entonces en todo Chile, una IBM 360/50. Entre las variables tomadas en cuenta figuraba, entre otras, el ausentismo, indicador del "malestar social".
Cuando alguna de las cifras quedaba fuera del intervalo estadístico, se emitía una advertencia -en el vocabulario de Beer, una "señal algedónica" o incluso un "grito de dolor"- ofreciendo al responsable local un cierto tiempo para remediar el problema, antes de elevarlo al nivel superior si la señal se repetía. Beer estaba persuadido de que eso "ofrecía a las empresas chilenas un control casi total de sus operaciones, al mismo tiempo que permitía una intervención externa en caso de problemas serios. (...) Este equilibrio entre los controles descentralizados y centralizados podía optimizarse eligiendo el mejor plazo de resiliencia del problema otorgado a cada empresa antes de dar la alerta al escalón jerárquico superior".
Como señala la investigadora en historia de la informática Edén Medina, el proyecto Synco, "aunque ambicioso en el plano tecnológico, no puede caracterizarse como un simple intento técnico de regulación de la economía. Desde el punto de vista de sus participantes, apoyaría la revolución socialista de Allende; iba a ser 'informática revolucionaria' en sentido literal. Además, el sistema debía alcanzar su objetivo de una manera ideológicamente coherente con la política de Allende. Las tensiones que rodearon la concepción y la construcción de Synco reflejaron la batalla entre centralización y descentralización que afectó el sueño de Allende de un socialismo democrático".
El 21 de marzo de 1972, el software produjo su primer informe. En el mes de octubre, enfrentado a las huelgas organizadas por los gremios y la oposición, el equipo de Synco abrió una unidad de crisis para analizar los 2.000 télex diarios provenientes de todo el país. El gobierno, armado con esos datos, empleó sus recursos de manera de limitar los daños provocados por las huelgas. Organizó a los camioneros
que se mantenían leales para garantizar los transportes vitales... ¡y sobrevivió a la crisis! Desde entonces, el equipo de Synco se ganó el respeto; Flores fue nombrado ministro de Economía y, en Londres, The British Observer tituló: "Chile gobernado por computadoras" (7 de enero de 1973). El 8 de septiembre de 1973, el Presidente ordenó el traslado de la sala de operaciones al palacio presidencial. Pero el 11, los aviones de caza del ejército tiraron sus cohetes sobre La Moneda …
(Tomado de:
El Gobierno informático de Salvador Allende
Máquinas Políticas
por Philippe Rivière
Le Monde Diplomatique, Junio 2010)
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