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por amor a las matemáticas .....

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viernes, 30 de julio de 2010

Alejandría


EL MUNDO ALEJANDRINO

El devenir de las matemáticas ha dependido en gran medida de los caprichos humanos. Qué otras cosas hubieran producido los griegos clásicos de haberse prolongado indefinidamente su hegemonía, nunca lo sabremos. En el año 352 a.C., Filipo II de Macedonia, provincia al norte de Atenas y al margen de la cultura griega, emprendió la conquista del mundo. Derrotó a los atenienses en 338 a.C. En el año 336 a.c., Alejandro Magno, hijo de Filipo, al frente de las falanges macedonias, consumó la conquista de Grecia, se apoderó de Egipto y, marchando hacia el Oriente, llegó hasta la India, y también, pasando a África, siguió hacia el sur y llegó hasta las cataratas del Nilo. Para nueva capital eligió un lugar de Egipto que era más o el centro de su imperio. Grande en demasía para ser contenido por la modestia, bautizó la nueva ciudad como Alejandría. Alejandro hizo planes para erigir una ciudad y también para poblarla, y empezaron los trabajos. Poco después Alejandria era el centro del mundo helénico, y 700 años más tarde era llamada todavía la más noble de todas las ciudades.

Cosmopolita activo, Alejandro pugnó por derrumbar las barreras de las razas y los credos. Animó e invitó a griegos, egipcios, judíos, romanos, etíopes, árabes, persas y negros a establecerse en la nueva urbe. Florecía en aquella época la cultura persa, y Alejandro puso especial empeño en difundir los estilos de vida griego y persa. Casó con Estatira, hija de Darío, en 325 a.C., y obligó a 100 de sus generales y a 10000 de sus soldados a casarse con mujeres persas. Luego de su muerte se encontraron órdenes escritas en donde disponía el traslado de grandes grupos de asiáticos a Europa y viceversa.

Alejandro murió sin haber terminado de reconstruir el mundo; su imperio se divisió en tres fracciones. De éstas, Egipto resultó ser la más importante desde el punto de vista de los progresos matemáticos que allí se hicieron. Grande fue el acierto de Alejandro al escoger la ubicación de su capital. Localizada en la con junción de África, Asia y Europa, la ciudad recién fundada pronto se convirtió en centro del comercio, gracias a lo cual se hizo opulenta. Los sucesores de Alejandro que gobernaron Egipto, los Ptolomeos, fueron hombres sabios. Apreciaron la gran- . deza cultural de la Grecia clásica y decidieron hacer de Alejandría un gran centro ' cultural.

Bajo su gobierno, dedicaron parte de las copiosas rentas del Estado al embellecimiento de la ciudad, levantando espléndidos edificios, construyendo baños públicos, parques, teatros, templos, bibliotecas y un archivo nacional. Erigieron también el famoso Museo, edificio dedicado a las musas de la literatura, las artes y las ciencias y, adyacente a él, la enorme Biblioteca que, según se dice, llegó a contener 750000 manuscritos, número extraordinario en vista de que en aquellos días los "libros" se escribían y reproducían a mano. Los Ptolomeos invitaron a estudiosos de todas partes del mundo para que, bajo su patrocinio, trabajaran en la afanosa metrópoli. Euclides y Eratóstenes, para hablar por el momento sólo de personajes ya mencionados en nuestro estudio, vivieron y trabajaron en esta urbe. Apolonio se educó allí, y así como éstos hubo muchos otros sabios (algunas de cuyas obras comentaremos más adelante). Estos hombres, procedentes de todas partes del mundo, llevaron a Alejandría el conocimiento de sus lugares de origen, sus costumbres, especímenes de la flora y de la fauna, todo lo cual contribuyó a hacer de la flamante capital una población cosmopolita.

Los sabios se pusieron a laborar en los campos de las matemáticas, la física, la filosofía, la filología, la astronomía, la historia, la geografía, la medicina, la jurisprudencia, la historia natural, la poesía y la crítica literaria. Por fortuna, abundaba el papiro, más barato que el pergamino, para escribir libros, de los cuales era posible confeccionar, aunque muy laboriosamente, muchos ejemplares. Así se convirtió Alejandría en el centro de copiado y adquisición de libros del mundo antiguo. Los sabios no únicamente se dedicaron al trabajo intelectual y a escribir; también enviaron expediciones por todo el mundo con objeto de acopiar más conocimientos. Hicieron construir un enorme parque zoológico y un gigantesco jardín botánico, para albergar las especies de animales y vegetales recogidas en esas expediciones.

Alejandro quería que en su imperio diferentes culturas se fundieran en una sola; en Alejandría cristalizaron sus deseos. La cultura allí nacida fue muy diferente de la griega clásica, y nos interesa conocer la razón de ello porque explica la clase de matemáticas que produjeron los alejandrinos. Por principio de cuentas, la manifiesta segregación de hombres libres y esclavos, típica de Atenas, aquí no existió. Los sabios que aquí mismo trabajaron procedían de todas partes del mundo y de todos los niveles económicos, y como cosa natural se interesaron, desde el punto de vista científico y técnico, en los problemas del comercio, la industria, la ingeniería y la navegación. Como Atenas, Alejandría fue ante todo potencia marítima y vivió del intercambio comercial, sólo que en escala mucho mayor. De ahí el gran interés de los alejandrinos en la astronomía y la geografía, ciencias que les permitirían medir el tiempo con precisión, recorrer grandes distancias por tierra o por mar seguros de su destino, construir carreteras y determinar las fronteras del imperio. Los hombres libres dedicados al comercio se ocuparon más a fondo en la clase de materiales con que traficaban, los métodos de producción y también de expandir sus empresas. Por último, si bien era de griegos el núcleo de eruditos con­gregados en Alejandría, todos ellos asimilaron la influencia de los egipcios, hom­bres prácticos para quienes las matemáticas fueron ante todo instrumento propio de la ingeniería, el comercio y la administración estatal.

Son fáciles de apreciar los resultados que acarrearon la nueva actitud y los intereses de los alejandrinos. Aumentó bruscamente la invención y construcción de aparatos mecánicos que aligeraron parte del trabajo humano. Se establecieron planteles para adiestrar a jóvenes en el campo de la mecánica. Se inventaron cuñas, aparejos, engranajes y hasta un instrumento para medir distancias, igual al que se encuentra en los automóviles de hoy. Arquímedes, el mayor intelecto del mundo alejandrino, construyó un planetario en el cual reprodujo los movimientos de los cuerpos celestes y proyectó una bomba para extraer agua de los ríos. Utilizó un juego de poleas para botar una pesada galera de la flota del rey Hierón de Siracusa. También se inventaron instrumentos para hacer más exactas las mediciones astronómicas.
(Morris Kline, Matemáticas para los estudiantes de Humanidades)

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