Un nuevo espacio
La investigación espacial fue una de las preocupaciones centrales del pensamiento artístico de Matta. El artista, que se formó como arquitecto en Santiago de Chile y, tras llegar a Europa en 1931, trabajó con Le Corbusier, conservó durante toda su vida un gran interés por el estudio de las dimensiones y su representación.
Sus primeros dibujos y pinturas de finales de la década de 1930, ejecutados poco después de abandonar su carrera como arquitecto e ingresar en el grupo surrealista, ya desarrollaban un novedoso concepto basado en el espacio. Bajo el término de “morfología psicológica”, Matta representó a la vez la realidad interior y el mundo exterior. “Su más destacada aportación fue el descubrimiento de regiones del espacio inexploradas hasta ese momento en el mundo del arte —afirmaba Marcel Duchamp en 1945—. Seguía a los físicos modernos en su búsqueda de un nuevo espacio que no debía confundirse con el ilusionismo tridimensional. [...] A pesar de que todavía es joven, Matta es el pintor más profundo de su generación”.
Fue precisamente su curiosidad por la física moderna, con sus teorías de la geometría no-euclidiana, lo que convirtió a Matta en la joven promesa del surrealismo. En sus obras, conjugó las aportaciones del psicoanálisis, que le vinculaban a sus compañeros de movimiento, con el deseo de crear un nuevo vocabulario que plasmase la realidad descubierta por la ciencia contemporánea. El abandono de la perspectiva tradicional y el interés por la representación de la cuarta dimensión estaban latentes en el artista cuando se instaló en Nueva York en 1939.
Pronto se unió al grupo de surrealistas que se refugiaron en Manhattan durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial y estableció amistad con Marcel Duchamp que, como él, sentía fascinación por la física moderna. Los encuentros semanales con el maestro francés supusieron una revelación para Matta, que encontró magistrales las soluciones propuestas por Duchamp para lograr superar la representación tradicional de la perspectiva. Las reflexiones sobre la cuarta dimensión de obras como El gran vidrio, que Matta pudo contemplar en casa de Katherine Dreier, fueron definitivas para su posterior evolución.
Matta reinterpretó la noción duchampiana de transparencia en sus Grandes transparencias y, gracias al concepto de passage comprendió que el movimiento en el tiempo y en el espacio podía expresarse mediante la pintura. También admiró el ensalzamiento del mundo mecánico y la visión absurda, satírica pero sumamente inteligente de la obra de Duchamp. Cuando en 1942 las obras del artista chileno se incluyeron en la mítica exposición First Papers of Surrealism de la Whitelaw Reid Mansion, Duchamp instaló un sinfín de metros de cuerda que, como una telaraña, invadían todo el espacio de la sala. La eliminación de perspectivas y la multiplicación de puntos de fuga se reflejó en obras de Matta como Sin título, de 1942-1943, también perteneciente a la colección del Museo Thyssen-Bornemisza.
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