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viernes, 26 de febrero de 2010

Política y Matemáticas .....

La política ha cambiado las matemáticas a lo largo de la historia

(NC&T/Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española) Desde la negación de la contribución árabe al álgebra hasta el nuevo enfoque de los científicos alemanes tras la Primera Guerra Mundial, influidos por la filosofía y la literatura del momento, los vaivenes políticos de las matemáticas han sido analizados por el alemán Norbert Schappacher en un artículo que publica La Gaceta de la Real Sociedad Española de Matemáticas.

"Las matemáticas son hijas de su tiempo", afirma Schappacher. Este matemático y profesor en la Universidad Louis Pasteur de Estrasburgo destaca lo difícil que resulta creer en esa interferencia de lo político y lo social en la ciencia, mientras que es mucho más natural pensar a la inversa, al ver cómo los progresos en las matemáticas han cambiado la sociedad a través de sus aplicaciones. Es lo que ha sucedido con los algoritmos diseñados por los matemáticos, imprescindibles para el funcionamiento de los teléfonos móviles y las cámaras digitales; o los descubrimientos de la matemática financiera en las últimas décadas, sin los que serían imposibles nuevas formas de comercio en la Bolsa.

Schappacher encuentra una primera muestra de interferencia en las matemáticas de los sucesos históricos en la Revolución Científica que tuvo lugar entre los siglos XV y XVII. Uno de sus frutos, el álgebra moderna, nació con los prejuicios de los sabios europeos que la impulsaron y quisieron ignorar la contribución de los matemáticos árabes durante la Edad Media a esta rama de la ciencia. Aunque el propio nombre de álgebra es árabe y está sacado del primer tratado sistemático sobre ecuaciones, publicado en Bagdad en el siglo IX, Schappacher recuerda que siglos después los matemáticos europeos se atribuyeron haber resucitado un arte que, según ellos, "había sido tan profanado y contaminado por los bárbaros que hubo que darle una forma enteramente nueva".

De ese odio de los humanistas a lo árabe, que desfiguró la historia de las matemáticas, Schappacher salta a la Primera Guerra Mundial, tras la cual el propio contenido de esa ciencia fue politizado. Por encima del boicot internacional a los matemáticos alemanes o de la marginación de los científicos judíos en la Alemania nazi, Schappacher destaca el caso del matemático Hermann Weyl, al que califica como "un sismógrafo extraordinariamente sensible a las sacudidas de su tiempo".

Tras el paréntesis de la Primera Guerra Mundial, Weyl no retomó sus estudios donde los había dejado, sino que hizo tabula rasa: comenzó de cero y se dejó seducir por campos de investigación nuevos como la teoría de la relatividad. Analizando sus escritos, Schappacher llega a la conclusión de que fue la atmósfera de los años de guerra, a través de las nuevas corrientes filosóficas y literarias, la que cambió el pensamiento de Weyl y le hizo abordar de una manera radicalmente diferente los problemas teóricos de las matemáticas y salir de unos círculos de razonamiento "viciosos", lo que resultó muy fructífero para esta ciencia.

Otro vaivén político, la llegada de los nazis al poder, llevó a EE.UU. a Weyl, casado con una judía. Schappacher recuerda cómo se politizaron las academias e institutos matemáticos en la era de Hitler, durante la cual se impusieron teorías racistas sobre los estilos matemáticos, que distinguían entre el estilo alemán y el judío de abordar la ciencia. El resultado fue un boicot a los profesores judíos en las Universidades, una vuelta de tuerca más a los nacionalismos científicos de los que habían sido víctimas los propios matemáticos germanos tras la Primera Guerra Mundial.

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