"El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espirales cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espiral más daría a la concha una dimensión dieciséis veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría."
Ivan Illich.
Así ejemplificaba en el siglo pasado Ivan Illich, teólogo, filósofo y pensador austriaco, su crítica al crecimiento continuo que ha de ser alimentado por un consumo voraz de los limitados recursos naturales que posee nuestro planeta. Un crecimiento que a partir de cierto punto genera problemas de tanta envergadura que ese mismo crecimiento es incapaz de solucionar. Más temprano que tarde el sistema colapsa. Y si ese sistema está muy especializado el batacazo es mayor.
Así ejemplificaba en el siglo pasado Ivan Illich, teólogo, filósofo y pensador austriaco, su crítica al crecimiento continuo que ha de ser alimentado por un consumo voraz de los limitados recursos naturales que posee nuestro planeta. Un crecimiento que a partir de cierto punto genera problemas de tanta envergadura que ese mismo crecimiento es incapaz de solucionar. Más temprano que tarde el sistema colapsa. Y si ese sistema está muy especializado el batacazo es mayor.
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