Es increíble cómo la expansión de los límites del conocimiento humano puede verse mediatizada por una simple hoja de papel. Hasta donde he podido averiguar, dos grandes matemáticos dejaron prácticamente encriptadas demostraciones, fórmulas o axiomas por una simple y llana ‘falta de papel para escribir’.
Tanto Riemann como Ramanujan dejaron unos libritos, unos cuadernos, con las deducciones ya avanzadas de sus aportaciones matemáticas. Las siguientes generaciones de matemáticos tuvieron que desentrañar la hilazón lógica de ese cúmulo de operaciones desordenadas, caóticas, muchas veces escritas al margen de una página, para acabar deduciendo la ‘visión general’ de aquello que estaba siendo analizado (un trabajo que requería de vastos conocimientos sobre la ‘geografía’ y la profundidad matemáticas).
Si nos detuviésemos un momento a pensar todo lo que debemos a la simple existencia del papel lo usaríamos más a menudo.
En la foto, un folio manuscrito de Ramanujan.
Tanto Riemann como Ramanujan dejaron unos libritos, unos cuadernos, con las deducciones ya avanzadas de sus aportaciones matemáticas. Las siguientes generaciones de matemáticos tuvieron que desentrañar la hilazón lógica de ese cúmulo de operaciones desordenadas, caóticas, muchas veces escritas al margen de una página, para acabar deduciendo la ‘visión general’ de aquello que estaba siendo analizado (un trabajo que requería de vastos conocimientos sobre la ‘geografía’ y la profundidad matemáticas).
Si nos detuviésemos un momento a pensar todo lo que debemos a la simple existencia del papel lo usaríamos más a menudo.
En la foto, un folio manuscrito de Ramanujan.
Rafa Zaragoza
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