Sing Kong Lee, director del Instituto Nacional de Educación de Singapur:
"El buen trabajo en la sala de clases es algo que debe celebrarse"
De visita en Chile, el profesor entregó las claves que hacen de su país un referente en educación. El reconocimiento público a la labor docente aparece como un punto especialmente destacado.
MARGHERITA CORDANO
Cuando a un profesor en Singapur se le pregunta por el rol de su profesión, la respuesta es una sola: modelar el futuro de la nación. "Es algo que quedó definido por el gobierno a mediados de los 90. Porque así como un doctor dice con seguridad y orgullo que mantiene sana a la población, lo mismo debe ocurrir con la respuesta de los docentes", explica Sing Kong Lee, director del Instituto Nacional de Educación de Singapur, único centro donde se prepara a los futuros profesores de ese país asiático.
De visita en el Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile, Lee participó en el lanzamiento del libro "Hacia un futuro mejor: Educación y formación para el desarrollo económico de Singapur desde 1965", texto del cual es co-autor. Aquí aprovechó de exponer las claves que hacen de Singapur un referente en educación de calidad y con una participación destacada de sus alumnos en las pruebas internacionales como Timms o Pisa.
"Todo pasa por quienes enseñan. En Singapur se recluta a un tercio de los mejores estudiantes para que se vuelvan profesores. Esto tiene que ver con la imagen que existe de la docencia como profesión: una carrera muy positiva y con buen ambiente de trabajo", indica.
Las claves que apuntan a este reconocimiento, dice, son tres. La primera consiste en la política estatal de hacer que los sueldos equiparen a la remuneración promedio de un ingeniero, la segunda es contar con un camino de progreso profesional definido -diferenciando según el cargo que se quiera desempeñar: profesor de aula, rector o evaluador-, y la última tiene que ver con fomentar el reconocimiento público de la carrera.
"El primer viernes de septiembre, todos los profesores tienen un feriado donde son reconocidos por los estudiantes, los padres y el gobierno. A muchos se les invita al palacio presidencial y a los mejores se les premia por su trabajo excepcional. Es simple: el buen trabajo en la sala de clases es algo que debe celebrarse. Esto mejora la imagen de la profesión, energiza a los profesores y aumenta la pasión por la labor que realizan", explica Lee.
Bajo la misma idea, de los 2 mil profesores que el Instituto Nacional de Educación gradúa cada año, alrededor de 800 vuelven a la universidad en busca de perfeccionamiento posterior. Es el gobierno el que paga la mayoría de los costos asociados. "Nadie obliga a los profesores a hacerlo. Ellos lo eligen porque saben que así aumentan su escala de competencia. Los nuevos tiempos requieren de profesores que buscan mantenerse al día", concluye el director.
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