Nacido en 1946, Francisco Varela estudió en el Verbo Divino de Santiago. En 1967 se licenció como biólogo en la Universidad de Chile y luego obtuvo un doctorado en Biología en la Universidad de Harvard.
Al volver a Chile, en 1970, trabajó con Humberto Maturana en la generación de la teoría de la autopoiesis, que presentaron inicialmente en el libro "De máquinas y seres vivos" y luego en la década de los 80 en la difundida obra "El árbol del conocimiento". Allí desarrollaron una teoría epistemológica centrada en el rol del observador y expusieron el concepto de autopoiesis para definir lo vivo; es decir, es autopoiético un sistema que genera la red de componentes que lo integran.
En 1973 el científico emigró a Estados Unidos y trabajó en la Universidad de Nueva York. Volvió temporalmente a Chile entre 1980 y 1985, para luego marcharse a Europa, al Instituto Max Planck, en Alemania. Finalmente se radicó en Francia, donde desarrolló una prolífica labor: fue director de investigaciones del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), dirigió el laboratorio de neurociencias cognitivas en el Hospital de la Universidad de la Salpetriere y se desempeñó como académico de la Ecole Polytechnique.
Varela exploró, a la largo de treinta años de investigación, las características de la vida, las bases biológicas del conocimiento y el lenguaje, realizó aportes a la comprensión de la epilepsia y se internó en la frontera de la neurociencia y la sicología cognitiva. Los fundamentos biológicos de la conciencia, un tema antes casi vetado en la investigación científica, lo apasionaron durante sus últimos años.
Su interés por la filosofía budista lo condujo asimismo a estudiar la relación entre el pensamiento oriental y los métodos científicos surgidos en Occidente. Aclaró, sin embargo, que "estas inquietudes representan un interés de diálogo intercultural, pero mi trabajo sigue siendo al interior de la ciencia".
Más de 200 publicaciones en revistas especializadas y 15 libros reflejan su dilatada obra. Entre ellos, "De cuerpo presente. Las ciencias cognitivas y la experiencia humana", junto a E. Thompson y E. Rosch (1991); "Ética y acción" (1995); "Un puente para dos miradas. Conversaciones con el Dalai Lama sobre las ciencias de la mente", en coautoría con Jeremy W. Hayward (1997), "Dormir, soñar, morir" (1999) y "El fenómeno de la vida" (2000).
Meses antes de morir, el científico le dio una entrevista al periodista Oscar Contardo de "Artes y Letras", en la cual se definió como un "hombre de preguntas molestosas". Allí se refirió a las sofisticadas técnicas magneto-encefalográficas que utilizaba en sus investigaciones, aunque recalcó que "las técnicas por sí solas no hacen nada, las técnicas tienen que ser orientadas por buenas preguntas".
Respecto de las últimas investigaciones sobre la conciencia, señaló que "se ha avanzado en varios frentes, percepción, sueños, cognición, todos cortes distintos de lo que se manifiesta en la conciencia. Lo que todavía queda sin explicación es la forma en que el sistema nervioso integra todos estos cortes. Existe un atisbo de respuesta a través de lo que podría ejemplificar como una orquesta de jazz. Cada aspecto cognitivo (percepción, memoria, etc.) tiene su música, es decir grupos de neuronas que oscilan a ciertas frecuencias. Entonces, la síntesis de lo que es un momento de conciencia es como una melodía bien lograda entre los distintos músicos, un todo unificado...".
No hay comentarios:
Publicar un comentario