Nuevo museo muestra el lado creativo e imaginativo de las matemáticas
Triciclos de ruedas cuadradas y árboles humanos son algunas de las atracciones del MoMath.
Andrea Manuschevich
El interior del Museo Nacional de las Matemáticas (de Estados Unidos) -más conocido como MoMath- nada tiene que ver con fórmulas, ecuaciones y pinturas de Pitágoras, Euclides u otros matemáticos famosos.
Más bien se asemeja a una sala de juegos de alta tecnología construida en el corazón de Manhattan, en Nueva York, donde todos los visitantes están invitados a interactuar con sus paredes, suelos y estructuras. Y es que esta ciencia se esconde en cada rincón del lugar, desde la manilla de la puerta principal (en forma de número Pi), hasta los lavamanos de cinco lados.
"Normalmente las personas no tienen la oportunidad de maravillarse al descubrir por ellas mismas algo nuevo en el mundo de las matemáticas. Por eso decidí crear este museo", explica a "El Mercurio" Glen Whitney, director ejecutivo del MoMath.
Una de las principales motivaciones de este matemático de Harvard -con un doctorado en la Universidad de California (UCLA)- para abrir al público este museo, de aproximadamente 1.700 metros cuadrados, es darle vida a la teoría de esta disciplina.
"La diferencia entre una sala de clases y el MoMath es que en este último puedes hacer cosas por ti mismo y experimentarlas con tus propias manos. También puedes ver muchas más materias de las que alcanzas a ver en el colegio", añade Whitney, quien junto a su equipo inauguró este espacio a mediados de diciembre pasado.
Figuras, luces y colores.
Son más de 300 las atracciones que alberga el MoMath. Una de las más populares entre los visitantes es el "Triciclo de ruedas cuadradas". Al pedalear los niños notan que si la superficie se adapta a la forma de las ruedas, éstas avanzan sin problemas.
El "Árbol humano" es otro que ha conquistado a los visitantes. Al mirarse en una pantalla, estos se transforman en un árbol, donde cada rama se compone de una réplica de su cuerpo. A su vez, lo mismo ocurre con las ramas más pequeñas infinitamente. De esta manera las personas se vuelven una estructura matemática conocida como fractal.
Y como en todo museo no puede faltar una cafetería, en este caso se trata del "Café de los enigmas", donde en el menú no hay comida, sino que puzzles, cubos de Rubik y otros juegos que hacen pensar.
"Los problemas que se enseñan en los colegios tienen una sola respuesta correcta y una manera de resolverlos. Queremos mostrarle a la gente ese lado de las matemáticas relacionado con la imaginación y la creatividad", dice Whitney.
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