Me pidió que buscara la primera hoja.
Apoyé la mano izquierda sobre la portada
y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice.
Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro.
- Ahora busque el final. También fracasé; apenas logré balbucear con una voz que no era mía:
- Esto no puede ser.
Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:
infinito . El número de páginas de este libro es infinito. Ninguna es la primera; ninguna, la última.
- No puede ser, pero es.
No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario.
Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita, admiten cualquier número.
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